El
espíritu emprendedor está estrechamente ligado a la iniciativa y a la acción.
Las
personas dotadas de espíritu emprendedor poseen la capacidad de innovar; tienen
voluntad de probar cosas nuevas o hacerlas de manera diferente.
El
espíritu emprendedor no debe confundirse con el llamado espíritu de empresa.
Éste sólo consiste en identificar oportunidades y reunir recursos suficientes
de naturaleza varia para transformarlos en una empresa. Sin embargo, el que
llamamos espíritu emprendedor conlleva un aspecto mucho más amplio de actitudes
positivas.
El
espíritu emprendedor supone querer desarrollar capacidades de cambio,
experimentar con las ideas propias y reaccionar con mayor apertura y
flexibilidad.
El
espíritu emprendedor presenta una doble faceta. Por un lado, el espíritu
emprendedor supone saber lanzar nuevos proyectos con autonomía, capacidad de asumir riesgo, con
responsabilidad, con intuición, con capacidad de proyección al exterior y con
capacidad de reaccionar y resolver los problemas. Por otro lado,
también supone saber llevar a cabo
proyectos de otros con el mismo espíritu de innovación, responsabilidad
y autonomía.
Educar
el espíritu emprendedor exige formar a los alumnos en la responsabilidad, el
compromiso, el esfuerzo, la dedicación, la perseverancia y el espíritu de
trabajo.
Contextualizado el
espíritu emprendedor, a continuación planificamos el desarrollo de los bloques
en unidades didácticas y las competencias básicas que se adquirirán una vez
logrados los objetivos de cada unidad.