Un día, el padre de una familia rica llevó a su hijo de viaje a una comunidad indígena con el expreso deseo de mostrarle como viven los pobres.
Estuvieron un par de días y noches alojados en la granja de lo que se podría considerar una familia muy pobre. A la vuelta del viaje, el padre preguntó a su hijo,
- ¿Que tal fue el viaje? – Fue genial, papa.
- ¿Has visto como viven los pobres? – ‘Oh si’, dijo el niño.
- ‘Bueno, dime, que has aprendido de este viaje?’ preguntó el padre.
El hijo contestó:
He visto que nosotros tenemos un perro y ellos tenían varios.
Nosotros tenemos una piscina que ocupa la mitad del jardín y ellos tienen un arroyo con peces y que no tiene fin.
Nosotros hemos puesto faroles en nuestro jardín y ellos tienen las estrellas por la noche.
Nuestro patio es tan grande como el jardín y ellos tienen el horizonte entero.
Nosotros tenemos un pequeño trozo de tierra para vivir y ellos tienen campos que llegan hasta donde nuestra vista no alcanza.
Nosotros tenemos criados que nos ayudan, pero ellos ayudan a los demás.
Nosotros compramos nuestra comida, pero ellos siembran y cultivan la suya.
Nosotros compramos música en CDS y ellos escuchan a los jilgueros, pericos, ranas, sapos, grillos y otros animalitos.
Nosotros tenemos muros alrededor de nuestra casa con alarmas para protegernos, ellos tienen amigos que los protegen y les ayudan en cualquier momento,
Nosotros vivimos conectados al móvil, al ordenador, al televisor, mientras que ellos están conectados a la vida, al sol, al agua, al olor de la naturaleza, y sobre todo a su familia que les une.
- El padre del niño quedó boquiabierto.
- Entonces su hijo añadió:
-
- ‘ Gracias papá por enseñarme lo pobres que somos.’
-
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