¿Dejaría un trabajo fijo para crear su propio negocio?
¿Hasta dónde arriesgaría por levantar esa empresa que siempre soñó?
José María dejó la política y montó con 36.000 euros una granja de ratas y ratones.
Hoy la empresa está valorada en un millón de euros. Distribuye por el mundo roedores
que sirven para la investigación, de mascotas o como alimento para otros animales
domésticos. Otro triunfo por todo lo alto: Rafael sigue fabricando churros en un remolque,
pero lo que empezó siendo un complemento de las tardes le ha dado el éxito empresarial:
exporta patatas fritas de alta calidad a los hoteles más lujosos del mundo. Junto a ellos,
seis protagonistas han comprobado en sus carnes que si no arriesgan no ganan.
Unos están empezando. Otros ya han triunfado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario